Tuesday, March 13, 2012

I don't believe you - Bob Dylan and The Band - Live1976

I don't believe you 


I don't believe you

This video is a footage from the Martin Scorsese's Tv Documentary The Last Waltz (1976). The song performed by Bob Dylan and The Band is I don't believe you. Enjoy it!



Sunday, March 11, 2012

A mis queridos poetas de la ciudad


A mis queridos poetas de la ciudad

Queridos poetas de la ciudad, escriban en las azoteas, en sus quintos pisos, de tal manera que su escribir sea forzado a ser su cuerpo, y es que la intemperie es una gran maestra, te enseña a decir palabras verdaderas.
Vuestros ojos contemplarán el cielo desnudo, ese cielo limeño tan cucufato, aprenderán de él, y aprenderá de nosotros.  Y es que el cielo en esta ciudad es un solitario, que en su falta de trato con las personas, trata de ser atemorizante y a veces lo logra.
Escribir es escribir con el cuerpo. Es la única honestidad posible en este arte.
Recordar lo que está escrito en el cuerpo, y escribirlo en lenguaje comunicable.
Esa vez que anduviste por esas calles deprimentes, quién estuvo allí, tu cuerpo!!!, cáspita.
Es impresionante como nos alejamos de la simplicidad, de la sensatez.
Queridos poetas de la ciudad, todo lo que escriben ya está escrito.
Todo cigarro fumado en un escrito, es un cigarrillo fumado, es un día menos de vida, es mayor posibilidad de cáncer.
Todo escribir tiene consecuencias. Recuérdenlo.
Todo tiene precio, incluso las comas no tienen descuento.
Hablar sobre el desierto, es recordar el maldito sol, incluso sin haber vivido su furia.
El cuerpo es nuestro firmamento más próximo. Es así.
Olvidar el cuerpo es someterse a su voluntad.
El cuerpo en tanto firmamento nos busca disolver.  Pero no es que quiera disolver nuestro yo.
Yo, jaja, ¿alguien cree en esos cuentos?
No existe yo. Un poeta, como todo, no tiene yo, tiene un centro y de ahí se expande, es decir tiene un lugar.
Queda claro, un poeta no tiene yo, tiene lugar, en tanto cuerpo.
Un poeta tiene que infiltrarse en la flor, en la nube, en la mierda, en el azul, en los vaso rotos. El cuerpo es su medio. El cuerpo es el medio de su experiencia.
Una experiencia poética es una experiencia del cuerpo.  
Un poeta no es un punto de vista, es infinidad de puntos de vista, y eso va para cualquiera. Los puntos de vista hay que ir cambiándolos. No se trata de un solo torreón del castillo desde el que vemos el panorama del bosque, tratando de descubrir la amenaza que en realidad está en nuestra alma, no, se trata más bien de miles de torreones, miles de posibles puntos de vista, he incluso en un estadio más avanzado de observación (de eso se trata el oficio de poeta), podemos llegar a ser capaces de escuchar los mensajes murmurantes de las hojas de esos árboles lejanos, y ser testigos privilegiados de la magna totalidad.
La magna totalidad, nuestra relación con ella, la madre del firmamento, es realmente un verdadero reto. Holly mierda de un bar de mala muerte, les predico ginsberianismo. Les recuerdo Howl.
Lo más cercano al silencio es el jazz. Lo más cercano al firmamento es la música clásica. Lo más cercano a un atardecer es el rock hendrixiano. Lo más cercano a comer fruta es escuchar dylan. Y so on.
Haz este ejercicio sobre lo más cercano, sobre la semejanza, y verás cómo, dependiendo del estado de tu carrocería mental, te verás escribiendo un mundo que no recordabas.
Un poeta es un lugar, una pesadez, una gravedad, un cuerpo, una lucha intestina, y un poema es un recordar tal hecho. Y recuerden, un poeta no es un tiempo. Un poeta, al igual que todo, es una emocionante peligrosidad. No esperen salvarse de lo tóxico. La salvación no va por ese lado.
Un poeta es testigo de la verdadera salvación cotidiana.
Me veo nadando en aguas tóxicas, aguas de este mundo, negras como el color negro, mortíferas como la muerte. Se trata de nadar hasta que se deshaga el cuerpo,  ir de “es la hora de comer a es la hora de comer”.
Testigo de la salvación animal. El cuerpo muere y animal se salva. Un cuerpo sin órganos no tiene nada que temer más que la mirada del ángel. Las estadísticas tienen que ser crucificadas. Los poetas clavamos la lanza y sonreímos. El sol se hunde en un mar de estadística y vuelve a aparecer triunfante.  Los poetas dejamos claro este hecho.
Coman de este cuerpo, por éste es su cuerpo.  La repetición es el camino del dolor. Las caras de los feligreses lo son todo, infinitos ojos, infinitos animales sedientos de sangre fresca. Un poeta es un freak, you got it. Más cerca están las miradas de los generalillos que la mirada de otros poetas. No estámos en el Olimpo, están en la jaula de variedades.
Pero a veces me pregunto, quién está afuera, quién está adentro.
Dales el micro, enjáulalos, son tan animales como tú. Animales que se sientan cruzando las piernas y comen utilizando aplicadamente los cubiertas, más animales que el animal.
Poetas digan la verdad, que las noches y los días son demasiado únicos como para olvidarlos.  

Oriunda de la noche


Oriunda de la noche
Sunset, muerte, free birds, y todo lo que los concierne.
Y ahora Miles Davis al ritmo del álbum Walkin’ y el cielo limeño al atardecer.
Oriunda de la noche, todavía no ha nacido, eso creo.
Viene en camino y me hace derramar algunas lágrimas.
Tengo suerte de que aun se humedezcan mis ojos.
La felicidad puede estar en este quinto piso.
Y se siente bien.
Qué puede haber de más precioso que el vaivén de una pita, que el ave solitaria que da sus vueltas a toda velocidad.
Estos cerros plomos que me encierran formando un inolvidable círculo.
Inolvidable es la palabra.
No olvidar.
Es más bien recordar. Es más bien una marca. Una impresión en el alma.
Con mis audífonos sólo escucho a Miles. Y del Mundo queda solo este panorama distante que me muestra mi pequeña Lima.
Y veo como las pequeñas luces amarillas empiezan a aparecer mientras escribo.
Inspiración. Un vaso de agua puede darte mucha inspiración.
Una distante batalla de nubes. Las rojas contra las azules, sí qué es de temer.
Mirar y mirar ahí. Y estas ahí. Y eres nube, y tienes la libertad de ese viento sincronizado.
Es una batalla que se agranda, que se encoge. Un osito verde.
Un poquito más de luces amarillas.
Quiero caminar en silencio y llegar a ti. Que mis pasos me lleven a ti.
Pensar en un punto de llegada. La ciudad no te deja tranquilo.
Olvídate de la paz, man. Estás en la jungla ese es el mensaje. Pero te digo que eso no necesariamente es así.
Y alzó la vista y veo como la batalla ha terminado. O qué tema aparte es este de los colores. Animalejos que me molestan que andan por mi cuerpo. Mi piel es su carretera.
Y bien es el precio, esa si es una palabra pesada y sabia. El precio.
Todo tiene un precio, hasta existir. Los instantes que pasan, ir de soledad en soledad, de arbitrariedad en arbitrariedad, de tienda en tienda, de dios en dios. Todo oscurece y no se trata precisamente de colores muy inspiradores. Hay que observar.
Las luces titilan, los perros ladran, los autos chillan esas alarmas de grandes egos. Y el cerro del fondo se vuelve un manto amarillo, me viene a la mente la palabra intermitencia. Algunas luces son más bien más claras que el amarillo chillón, los perros ladran furiosamente, hay algo en el mundo que no pueden explicar, el frío es más intenso, jaja. Estamos en verano. Los microclimas peruanos.
Y bien la noche pierde en frescura.
Otra batalla en las nubes.
El San Cristóbal. Un cerro con aura de salvajismo ingenuo. La ingenuidad es una gran virtud.
En el cielo amarillo detrás de mí veo un pez quieto, y que se va diluyendo mientras los restos de la muerte del sol van cayendo en el olvido.
Y Hércules con su cabello en remolino va en busca de cumplir otra de sus hazañas, miles de ángeles en forma de minúsculas nubes lo siguen. El pez se convirtió en cangrejo. Cada noche es distinta.
Dos estrellas dan su testimonio en esta noche. El cielo es de celeste mar. Una es más grande la otra debe ser su hija. Y están ahí arriba sin más, así como nosotros estamos aquí abajo sin más, tal cual.
Y el cielo bajo del cangrejo se vuelve marrón. Y ya no veo bien las teclas del teclado, pero las conozco de corazón, par coeur.el fenomenal Hércules ha sido tragado por los pequeños ángeles. Un ángel terrestre, al parecer me vio. Sigo.
El cangrejo es ahora dos platos secando en la cocina. Así es el amor.
Y todos los niños ángeles quieren su tajada del cuerpo grande y pesado de Hércules. Estas batallas son mejores que verlas en películas. Y ahora me pregunto cómo voy a bajar todos los implementos que he tenido que subir al quinto piso. Me puedo caer, me puedo matar. Que el cielo me proteja.
Y ahora esos platos se me antojan más bien una raya y su cría, yendo a nuevos territorios en busca de nuevas aventuras. Al parecer al cielo no le agrada mucho ser descrito. Creo que se siente como desnudo. Los hombres de ciudad no observamos mucho hacia el cielo. Nos tiene sin cuidado. Les puedo decir que es una experiencia única. El escribir sobre él. Puede llegar a ser verdaderamente atemorizante. Hay que tener huevos. La oscuridad infinita me va tragando. Oriunda de la noche. Me pego a la luz de la pantalla de laptop como se pegaría una polilla en mi lugar, jaja. Esa emoción infantil ante el cielo es sin duda muy parecida a como deben haberse sentido los antiguos hombres que vivieron por estos lares. Ummm, sí, de hecho da temor. Pero tengo que llegar a las mil palabras, me disculparán. Por suerte la mayoría de casas del barrio donde vivo llegan a quintos pisos. Pues es así que puedo ver sin mayores inconvenientes todos los cerros del alrededor ir perdiéndose en la inquietante oscuridad. Probablemente sea la niebla la que se lo ha devorado todo y bueno me tiene una animadversión. Pero hoy he decidido mirar al cielo desnudo, y en ese camino he subido hasta la cima precisa, instalado mis instrumentos indispensables, y procedido y esperando un poco, lo he cogido desprevenido. I don’t have you any fear. Y pues se ha puesto tímido. Pero en fin, se trata de oriunda de la noche, y por ella hago todo. Incluso dar mi vida, mi sangre. El frío ya empieza a ser aterrador, el viento que me quiere llevar, y parece que ya va siendo tiempo  de terminar con mi relato, incluso Miles ya se ha detenido, y lo tengo que hacerse repetir un poco de manera obligada, Por si les importa, les diré que del mundito que les hablaba ya no queda nada. Y recuerden cada noche es distinta, cada batalla es única y eterna. Oriunda de la noche. Salvación. Amén.

Friday, March 9, 2012

La vaca que aplasta arañas en la pared celeste


La vaca que aplasta arañas en la pared celeste
A veces me siento como una vaca perezosa,
por ahí puedo decir que mi estilo va mucho por el muuu,  
el calor en Lima no me permite pensar en nada,
mis actitudes de rumiante me harían ganar premios en el rubro,
mi ignorancia es casi total, ¿qué comen las vacas?, no sé,
¿soy una vaca?, soy un ser sagrado,
me gusta el verde de la pradera,
¿por qué hay tantas arañas en mi cuarto?,
acabo de matar a una delgadita, hace un rato mate a una gorda,
esta nota de escribir sobre animales,
de sentirse un animal,
otra araña, esto es increíble,
la mataré, de acá a unas palabras estará muerta,
¿no es una gran cosa eso de saber lo que pasará en unos segundos?,
habrá una araña menos en el mundo, la mataré con un viejo diccionario aristos,
si me disculpan,
mi pared celeste estará un poco más oscura, y listo,
unos segundos después, y una araña aplastada,
y mis ideas sobre la vaca que dice muuu que se perdían, vuelven a aflorar,
¿verbo estúpido, no? , blooming?, jeje,
La pared celeste de mi cuarto , la vaca, arañas muertas, el calor, afloraciones,  los segundos , el presente, el pasado, el futuro dominado, ser dios, blooming, un viejo diccionario, ¿qué no podría salir algo mejor de estas palabras?
Mi ignorancia es casi total.



Sunday, May 22, 2011

A la sombra del sol: malditas sonrisas

Los silencios se empolvan cuando no son importantes. No me quieres, ya lo sé. Y luego del descenso a los mares del spleen, ¿qué queda? Murmullos y nostalgia. Tu falta de vergüenza y un mínimo de orgullo. Luego, entenderás lo que es la libertad. Entonces al día siguiente te levantas y sientes la calidez del brillo amarillo del sol. La calle es sincera ante tus lágrimas. Total indiferencia. ¿Tus alegrías y tus penas? A muy pocos les interesan. Entonces, ¿No podemos hacer nada? Sí, sonreír. Incluso en las horcas siberianas.

Friday, April 22, 2011

Una poesía del no amor. O 151 pisos por ti.

Una poesía del no amor. O 151 pisos por ti.

Sabes que puedo subir 151 pisos por ti. Sabes que puedo hacer que el aire se detenga con el chasquido de mis dedos, y que el sabor a caramelo sea el único que exista. Sí, lo sabes. Pero no sé si sabes que en estos momentos me alzó en armas hacía ti. Que lo que digo es un conjuro. Y que es así como yo enveneno tu pozo.

Aprender a nadar, jugar con la insensatez. Tormentas hunden todas las arcas de Noé menos la Nave de los locos.

Y tras la niebla, que inclina sus rodillas ante el señorío del viento, de tu aliento, me encuentro otra vez sentado en la cima de la gran montaña del mundo, dibujando atardeceres, hilachas de sol de tinta china, respirando silencios mal prestados, ante la máquina de pequeñas muertes, siendo testigo de la sangre derramada de los novillos de Moisés, toda vino tinto, aunque no tan espesa cómo la vieja sangre, la que se tatúa en la arena faraónicas, en ofrenda al Dios Finitud, con la que se trazan todas las formas de la muerte. El águila las contempla, el abajo, al esclavo de las pirámides y a la gran piedra que le destroza, una y otra vez, el cuerpo, los huesos. No bebas mi vino.

Una lluvia de cruces, rusas, chinas, polacas, etc, etc, inmensas, lo que es decir inmensas, hacen añicos el cielo, las montañas se desmoronan ante su peso abrumador, el sol rebota y rebota en el horizonte, hasta la máquina de pequeñas muertes queda en astillas, en mondadientes, y no está demás decir que novillos y águilas comparten suertes, malas suertes.
Todo se pierde en el riachuelo de mi mente, vuelve la niebla.

Los últimos guardianes de mi buen sentido cayeron, mataste a mis Atilas. Hago lo mismo con los tuyos. Veo que tus ojos jadeantes han leído en el murmullo de los astros. Y ahora la noche se hace firmamento en tu rostro etrusco. Queda entonces la desolación. Y añoramos. Una vez pudiste sacar la oscuridad de la noche, pero encontrabas románticas las sombras que caminaban con nosotros, y no lo hiciste. Sólo un guardián ya resiste, pronto entraré. Sí, es uno con un caramelo en la boca. Uno que los espejos hacen ver como un hombre que puede subir 151 pisos por ti.

Frente a ti, guardián y vengador luchan. Tú, la diosa empapada en rojísima vanidad, no estas más protegida, eres vulnerable. La hoz y el martillo se izan en Berlín. Espero que otro sol no sea tragado por el mar antes de que tú puedas estar de nuevo frente a mí. Tenemos que hablar.

I feel you babe

I feel you babe, on the gypsy night. Entre las luces verdes de la plaza Bolognesi. Entre este cielo que no quiere decirme nada. Entre el humo de los carros, tras las sombras de los hombres solitarios, en el temblar de la couster, entre las habitas y los manís de los vendedores ambulantes. Entre los coloretes de las chicas lindas, más allá de Jimi Hendrix. Entre el lejano aullido de los que mueren de hambre. Y aun más entre este calor texano que se asienta. Y ahí esta el Sheraton babe, y allá, con mucha pleitesía, el Museo de Arte. Con una hoja bond y mil esperanzas. Con plena conciencia que volveré a pasar por este lugar mil veces., y ahí se pierde el largo callejón a Miraflores, llegamos a Grau. A veces hasta la mierda es bella. No sé. Y bueno, gente que sube y gente que baja, gente que muere viviendo, gente que vive muriendo. Y los críos, y los paraderos azules, y el olor a carro lleno. Un ¡avanza, avanza! que llega a mi mente. Los claxons y las flechas blancas, y aun no salgo de Grau. Las mil caras sonrientes, los mil candidatos y las mil promesas. La muerte pasea tranquila. Oh, los niños que aprenden a vivir. Los audífonos y el escape a la realidad. El rojo de un carro de policía y el hambre que trepa a mi corazón. Me encantan sus malabares. ¡Cómo tiembla esto! Es difícil escribir. Y bueno ya estamos en el espectral hospital Dos de Mayo, 8:30 mi amor y no quiero testigos. Los gorros blancos, a cerrar las ventanas. El tren eléctrico y uno es pequeño, calles oscuras, sí, motos muertas, también, fachadas parcas, ¿estará de más decirlo?, una familia sonriendo. Los olvidaré. Parezco un loco. El mercado de Ayllón entra a mis entrañas. Luces en los cerros, me gustaría decir luces de esperanza. Los cerros de la ciudad me abren los brazos. Una chica linda. Los cousters danzando en zig-zag, la pista ancha, ancha, ¡Yerbateros, señores!, Tarma, la Merced, Mi abuelita Regina y la precariedad. Toros, lobos, chicos furiosos, las palmeras insensibles, la pobreza se describe sola. Te amo Ebhelin. Y te diré que no hay monotonía. I’m really tired, babe. I feel you, on the gypsy night, 4 palabras 100 metros. Frente a las puertas del infierno, los perritos guardianes. Ya llego. 8:44.