Sunday, March 11, 2012

A mis queridos poetas de la ciudad


A mis queridos poetas de la ciudad

Queridos poetas de la ciudad, escriban en las azoteas, en sus quintos pisos, de tal manera que su escribir sea forzado a ser su cuerpo, y es que la intemperie es una gran maestra, te enseña a decir palabras verdaderas.
Vuestros ojos contemplarán el cielo desnudo, ese cielo limeño tan cucufato, aprenderán de él, y aprenderá de nosotros.  Y es que el cielo en esta ciudad es un solitario, que en su falta de trato con las personas, trata de ser atemorizante y a veces lo logra.
Escribir es escribir con el cuerpo. Es la única honestidad posible en este arte.
Recordar lo que está escrito en el cuerpo, y escribirlo en lenguaje comunicable.
Esa vez que anduviste por esas calles deprimentes, quién estuvo allí, tu cuerpo!!!, cáspita.
Es impresionante como nos alejamos de la simplicidad, de la sensatez.
Queridos poetas de la ciudad, todo lo que escriben ya está escrito.
Todo cigarro fumado en un escrito, es un cigarrillo fumado, es un día menos de vida, es mayor posibilidad de cáncer.
Todo escribir tiene consecuencias. Recuérdenlo.
Todo tiene precio, incluso las comas no tienen descuento.
Hablar sobre el desierto, es recordar el maldito sol, incluso sin haber vivido su furia.
El cuerpo es nuestro firmamento más próximo. Es así.
Olvidar el cuerpo es someterse a su voluntad.
El cuerpo en tanto firmamento nos busca disolver.  Pero no es que quiera disolver nuestro yo.
Yo, jaja, ¿alguien cree en esos cuentos?
No existe yo. Un poeta, como todo, no tiene yo, tiene un centro y de ahí se expande, es decir tiene un lugar.
Queda claro, un poeta no tiene yo, tiene lugar, en tanto cuerpo.
Un poeta tiene que infiltrarse en la flor, en la nube, en la mierda, en el azul, en los vaso rotos. El cuerpo es su medio. El cuerpo es el medio de su experiencia.
Una experiencia poética es una experiencia del cuerpo.  
Un poeta no es un punto de vista, es infinidad de puntos de vista, y eso va para cualquiera. Los puntos de vista hay que ir cambiándolos. No se trata de un solo torreón del castillo desde el que vemos el panorama del bosque, tratando de descubrir la amenaza que en realidad está en nuestra alma, no, se trata más bien de miles de torreones, miles de posibles puntos de vista, he incluso en un estadio más avanzado de observación (de eso se trata el oficio de poeta), podemos llegar a ser capaces de escuchar los mensajes murmurantes de las hojas de esos árboles lejanos, y ser testigos privilegiados de la magna totalidad.
La magna totalidad, nuestra relación con ella, la madre del firmamento, es realmente un verdadero reto. Holly mierda de un bar de mala muerte, les predico ginsberianismo. Les recuerdo Howl.
Lo más cercano al silencio es el jazz. Lo más cercano al firmamento es la música clásica. Lo más cercano a un atardecer es el rock hendrixiano. Lo más cercano a comer fruta es escuchar dylan. Y so on.
Haz este ejercicio sobre lo más cercano, sobre la semejanza, y verás cómo, dependiendo del estado de tu carrocería mental, te verás escribiendo un mundo que no recordabas.
Un poeta es un lugar, una pesadez, una gravedad, un cuerpo, una lucha intestina, y un poema es un recordar tal hecho. Y recuerden, un poeta no es un tiempo. Un poeta, al igual que todo, es una emocionante peligrosidad. No esperen salvarse de lo tóxico. La salvación no va por ese lado.
Un poeta es testigo de la verdadera salvación cotidiana.
Me veo nadando en aguas tóxicas, aguas de este mundo, negras como el color negro, mortíferas como la muerte. Se trata de nadar hasta que se deshaga el cuerpo,  ir de “es la hora de comer a es la hora de comer”.
Testigo de la salvación animal. El cuerpo muere y animal se salva. Un cuerpo sin órganos no tiene nada que temer más que la mirada del ángel. Las estadísticas tienen que ser crucificadas. Los poetas clavamos la lanza y sonreímos. El sol se hunde en un mar de estadística y vuelve a aparecer triunfante.  Los poetas dejamos claro este hecho.
Coman de este cuerpo, por éste es su cuerpo.  La repetición es el camino del dolor. Las caras de los feligreses lo son todo, infinitos ojos, infinitos animales sedientos de sangre fresca. Un poeta es un freak, you got it. Más cerca están las miradas de los generalillos que la mirada de otros poetas. No estámos en el Olimpo, están en la jaula de variedades.
Pero a veces me pregunto, quién está afuera, quién está adentro.
Dales el micro, enjáulalos, son tan animales como tú. Animales que se sientan cruzando las piernas y comen utilizando aplicadamente los cubiertas, más animales que el animal.
Poetas digan la verdad, que las noches y los días son demasiado únicos como para olvidarlos.  

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